miércoles, 5 de octubre de 2011

Anécdotas narradas

En el tema 1 hemos tenido que contar alguna anécdota familiar. Éstos son algunos de vuestros escritos.

EL SECUESTRO DE PAPÁ NOEL

Una Navidad, el día 25 de diciembre, mi padre estaba de guardia en el hospital en el que trabajaba como sanitario. Junto con él había otra enfermero, también de guardia.

En un momento determinado de la noche, en el que se estaban aburriendo, se les ocurrió "secuestrar" un Papá Noel que había en el edificio de la residencia de ancianos del hospital. Era un Papá Noel de esos que tienen un sensor y que al pasar por delante se ponen a cantar y a bai
lar.

Puesto que había cámaras de seguridad, entraron en el edificio llevando puesto un pasamontañas cada uno, cogieron el Papá Noel y lo llevaron a su planta, lo metieron en una cama, le pusieron un pijama y un suero y llenaron una hoja de ingreso en la que pusieron como nombre Pere Nadal.

Al día siguiente, las compañeras que trabajaban por la mañana, al ver que Pere Nadal no se levantaba fueron a despertarlo y al retirarle la ropa se puso a bailar y cantar "Jingle bells, jingle bells,...". Las enfermeras se dieron tal susto que salieron corriendo y gritando por el pasillo.

Cuando se enteró la directora de enfermeras, envió una nota a la planta donde la orden de devolver al Papá Noel a la residencia, ya que "por edad le corresponde estar allí", por lo que las enfermeras, al día siguiente, le pusieron a Pere Nadal un pañal y un suero, l
o sentaron en la silla de ruedas y lo devolvieron a sus sitio.

Basada en una historia real y grabada por las cámaras de seguridad del Hospital Psiquiátrico de Palma

Alberto Gómez 1º ESO D



ANÉCDOTA

En un día soleado de verano, mis padres, mi hermano y yo fuimos a la playa de Alcudia a disfrutar del mar. Antes de salir, mi hermano le preguntó a mi madre si podía llevarse a la playa el teléfono móvil que le habían regalado hacía poco tiempo. Mi madre le dijo que ni pensarlo, ya que podía estropearse. Sin embargo, mi hermano desobedeció y, sin que mi madre se percataba, metió su móvil en el bolsillo del bañador.

Cuando llegamos a la playa, mi hermano se precipitó al agua del mar y no recordó que tenía el móvil en el bolsillo. Al rato, se dio cuenta del error y se lo contó a mi madre. Ella se enfadó muchísimo con él y no paró de regañarle durante toda la mañana.

Por la tarde, decic¡dimos ir al puerto de Sóller para pasear y tomar un helado. Estábamos caminando tranquilamente cuando mi hermano vio en el suelo un billete de veinte euros. Lo cogió muy rápidamente y enseguida se dio cuenta de que no era un solo billete, sino varios billetes. Era un montoncito de billetes de veinte euros doblados cuidadosamente; en total, ciento sesenta euros. Fue en ese momento cuando mi hermano exclamó: "Ves, mamá, ahora podré comprarme otro móvil de mejor calidad".

Aina Rayo Pérez
1º ESO D



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